8. Sin plan para adpatarnos a los impactos.

En materia de adaptación a la crisis climática, la indefensión de nuestro país es alarmante. La propia Auditoría General de la Nación confirmó en el 2021 que el país no tiene un plan.[1]

Muy pocas ciudades tienen planes de adaptación basados tanto en medidas estructurales (de ingeniería) como no estructurales (ecosistémicas), para hacer frente a una mayor frecuencia de inundaciones y tormentas severas. No tenemos plan que contemple la vulnerabilidad creciente ante inundaciones producto de sudestadas y lluvias intensas. El aumento del nivel del río de la Plata y del mar en la costa bonaerense, desde Quilmes, Berisso y Ensenada hasta Villa Gesell, debe ser materia de evaluación: no hay plan para evaluar en qué sitios deberemos adaptar áreas urbanas e infraestructura (rutas, puentes, etc.) que se verán afectadas en los próximos años.

Es muy grande la fragilidad de nuestro país al momento de enfrentar los incendios que se multiplican descontrolados en los períodos extensos de sequía. Todo indica que el cambio climático está prolongando y exacerbando esos períodos secos, lo que nos coloca en una situación de vulnerabilidad extrema. Necesitamos un plan de manejo del fuego más moderno y eficiente ante el aumento previsible de incendios forestales y de pastizales y que permita prepararnos para evitar niveles catastróficos como los que hemos tenido en los últimos meses.

La reciente modificación de la ley de manejo del fuego puso el eje en culpabilizar a los propietarios de los campos antes que en colocar al Estado en capacidad de actuar ante este fenómeno extremadamente complejo. El Plan Nacional de Manejo del Fuego no sólo necesita recursos económicos y logísticos. Se necesita también más gestión, estrategia y coordinación. El Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo es el organismo que debe encargarse de esta tarea. Es el organismo clave para la etapa de riesgos crecientes que comenzamos a transitar.

Todos los centros urbanos deben prepararse para reducir el impacto previsto de una ampliación en frecuencia e intensidad de las olas de calor. En tal sentido, la creación de nuevas áreas naturales protegidas urbanas y suburbanas es una herramienta estratégica que la Argentina debe impulsar aceleradamente. Si las negociaciones globales no avanzan con pasos concretos, el aumento planetario de temperatura en este siglo será de casi 3oC por encima del promedio, multiplicando 36 veces las olas de calor. Los cortes en los servicios de electricidad y agua asociados a esos eventos impactarán especialmente sobre niños y ancianos.

Estas tendencias, entre otras, muestran que hemos ingresado en una etapa de cambios profundos en nuestro sistema climático. Es necesario crear un plan de adaptación a la crisis climática a través del cual cada provincia, cada jurisdicción, debe prepararse para ser parte del plan, para proteger sus recursos y especialmente a sus ciudadanos. El Estado nacional, por su lado, debe asistir a las provincias y a los ciudadanos afectados con un sistema de respuesta rápida, acorde a la nueva dimensión de estos impactos.

Adaptarnos mejor a los impactos de la crisis climática nos ofrece, además, muchas oportunidades para crear empleos. Las inversiones globales proyectadas en materia de adaptación basada en la naturaleza generarán, según el Foro Económico de Davos, 395 millones de empleos en el 2030[2].

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[1] https://eleconomista.com.ar/politica/argentina-mitiga-pero-adapta-cambio-climatico-n48398

[2] World Economic Forum. Scaling Investments in Nature: The Next Critical Frontier for Private Sector Leadership. Feb. 2022.